de pronto quedamos frente a frente, y nos miramos a los ojos.
tenía la mirada cristalina y candorosa de un enamorado.
-sinceramente, no lo entiendo.-dijo.
-¿qué es lo que no entendés?
-como es que estás sola.

no supe que responder.
suspiré. seguía fija en mi su mirada tierna de enamorado.
pero no de mi, claro.