me cuesta conciliar el sueño cuando duermo con alguien a quien mucho no conozco.
paradójicamente, la mayoría de mis amantes, casi sin invitación explícita, han decidido quedarse a dormir. modestia aparte, no los culpo: mi casa es muy linda y, en general, soy muy buena anfitriona. por mi parte, no suelo oponer resistencia. me dejo llevar, aún a sabiendas de que Morfeo pareciera requerir la exclusividad de mi compañía para apersonarse.
ésta no fue la excepción. ni para su decisión de quedarse ni para mi insomnio previsible. con los ojos clavados en la negrura del techo, yo no dormía y pensaba en Tomás*.
Tomás decía que hacer el amor con alguien y dormir con alguien son dos pasiones no sólo distintas, sino casi contradictorias. Creía que el amor no se manifestaba en el deseo de acostarse con alguien sino el deseo de dormir junto a alguien; que podía tener múltiples amantes pero sólo dormir con la mujer que amaba.
y mientras yo pensaba en Tomás sin dormir, él, entre sueños, se dió vuelta y me abrazó. y casi sin darme cuenta, me quedé dormida.

*Personaje de La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.

pasamos un largo rato juntos, casi un día entero. con otra gente, la mayor parte del tiempo yendo y viniendo, mate en mano, entre amigos comunes. no era particularmente hermoso, a decir verdad. pero tenía una risa cristalina y música en las manos.
estábamos pasando la tarde juntos, y sin embargo, no hablamos mucho. no tuve chance de lucir mis ornamentos de palabras, de vestir mis discursos grandilocuentes. no pude despacharme con la catarata verborrágica que con la que suelo envolverme. no dije casi nada. y él tampoco.
para cuando la tarde se transformó en noche, más que palabras, compartimos canciones. y con cada nota, algo se condensó en el aire.
me dijo no le gustaban los disfraces.
-"no me interesa levantarme a una mina que en el boliche parezca cindy crawford y cuando la vea al otro día en mi cama, tener ganas de decirle: 'tomá dos pesos para el bondi'. prefiero las personas reales."
y me encantó.

él dice que es mejor llamar que enviar sms. que es más efectivo, y que además le sale más barato.
a mí no me gusta hablar por teléfono y tengo un móvil con tarjeta. para mí, el sms es la opción número uno siempre.
él dice que se tarda más escribiendo y que es más difícil ponerse de acuerdo. yo digo que si los interlocutores son inteligentes y hacen las preguntas correctas, en dos sms se resuelve la situación. que con el teléfono uno tiende a irse por las ramas.
él dice que eso sucede también con los sms. y que los teléfonos son para hablar, y que la inteligencia es casi condición sin equanon para el éxito de la conversación, sea el medio que sea.

hacía un tiempo que nos veíamos. y la verdad es que hasta entonces no habíamos tenido ¿ganas? ¿necesidad? ¿oportunidad? de hablarnos.
pero nos vimos el finde y daba para seguir. así que quedamos en ir a un bar más tarde. chequé la dirección, su casa estaba cerca.
le mandé un sms diciendole: "me queda de camino. te paso a buscar?"
como respuesta, recibo un sms que dice:

"fall"

fall?
qué quiere decir fall?
conociendo su afición a los juegos de palabras, comencé a buscar interpretación.
"se cayó el plan"
"me caigo de sueño"
"cae por casa, te espero"
"me gusta el otoño"
"veamos la peli la caída"
"vamos a las cataratas"

y mientras mi mente trataba de dilucidar este jeroglífico, vuelve a sonar el teléfono.
"quise decir "dale".

así lo había pedido. arrasador, fogoso, decidido.
estaba cansada de los tibios, de los indecisos. de los que buscaban la comodidad de su compañía sin una miserable pizca de pasión. había tenido suficientes compañeros ausentes, entes solitarios que la abrazaban con la emoción de una ameba y así como un día estaban con ella, al otro desaparecían sin siquiera un rastro para añorar.
tampoco quería más de los oscilantes. terminaba mareada de hamacarse al son de vaivenes emocionales ajenos, que un día sí, que un día no... no era el tipo de incertidumbre que tenía ganas de soportar, obligada siempre a someter sus deseos a la danza de un caprichoso péndulo que no le pertenecía.
se descubrió sin más paciencia para medias tintas.
anheló fervientemente alguien que no la dejara ni a sol ni a sombra. que llenase sus días y sus noches.
que fuera su delicia y su martirio, que fuera su música constante. uno que no pudiera dejar de tocarla, que no quisiera, con quien no pudieran escapar al hechizo de las sábanas. uno que se adueñara de su cuerpo y de su alma; uno que la hiciera delirar.
su deseo fue escuchado, pero hubo un malentendido.
llegó de pronto, inesperadamente. fue inútil oponer alguna resistencia. tan pronto como apareció, ocupó su vida, sus sueños y hasta transformó completamente su rutina: la quería sólo para él. era ardiente, avasallante, irresistible.
y tal ella como había pedido, no la abandonó ni un segundo durante el tiempo que estuvieron juntos.

pero no le entendieron lo de "alguien".
le enviaron un resfrío que la dejó de cama.