jueves de afteroffice, parte II
kaia, lo pedís, lo tenés!
no soy una chica que se amedrenta fácil, pero tampoco la pavada.
la insistencia casi enfermiza, unida a lo pobre de la argumentación, lejos de seducirme, me provocaba una rara mezcla de risa y miedo. pero me había gustado la iniciativa y decidí darle otra chance.
retruqué:
-no te parece suficientemente osado que me pare a hablar en la calle con un desconocido? te propongo, venite al bar donde quedé con mis amigos y charlamos.
no parecía tan descabellado. en un bar, lo más probable es hablar con desconocidos. a éste al menos lo había visto con más luz y de última mis amigos estarían en salvadora cercanía.
dijo que tenía que tenía que irse, no podía quedarse mucho más. e insistió con el beso, mi belleza y el encantamiento que yo le producía. o sea, chamuyo.
terca como soy, sostuve que no cambiaría de opinión, pero lejos de arrugar, intenté promover un nuevo encuentro.
-tengo ganas de darte un beso.
-eso no va a ocurrir.
-pero yo tengo ganas.
-que cosa.
-es que me encantás.
-quedemos para otro día.
-pero yo quiero ahora.
-yo no.
-pero...
-podemos pasar así toda la noche, y me están esperando. venite al bar con mis amigos, o quedemos para otro día.
-pero yo quiero ahora.
-ejem... te hago una pregunta yo? si taaanto te encanto y viendo que esto así no evoluciona, que esperás para pedir mi mail, teléfono o algo?
silencio.
-me tengo que ir. chau.
-pará! ¿no me vas a dar un beso?
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la insistencia casi enfermiza, unida a lo pobre de la argumentación, lejos de seducirme, me provocaba una rara mezcla de risa y miedo. pero me había gustado la iniciativa y decidí darle otra chance.
retruqué:
-no te parece suficientemente osado que me pare a hablar en la calle con un desconocido? te propongo, venite al bar donde quedé con mis amigos y charlamos.
no parecía tan descabellado. en un bar, lo más probable es hablar con desconocidos. a éste al menos lo había visto con más luz y de última mis amigos estarían en salvadora cercanía.
dijo que tenía que tenía que irse, no podía quedarse mucho más. e insistió con el beso, mi belleza y el encantamiento que yo le producía. o sea, chamuyo.
terca como soy, sostuve que no cambiaría de opinión, pero lejos de arrugar, intenté promover un nuevo encuentro.
-tengo ganas de darte un beso.
-eso no va a ocurrir.
-pero yo tengo ganas.
-que cosa.
-es que me encantás.
-quedemos para otro día.
-pero yo quiero ahora.
-yo no.
-pero...
-podemos pasar así toda la noche, y me están esperando. venite al bar con mis amigos, o quedemos para otro día.
-pero yo quiero ahora.
-ejem... te hago una pregunta yo? si taaanto te encanto y viendo que esto así no evoluciona, que esperás para pedir mi mail, teléfono o algo?
silencio.
-me tengo que ir. chau.
-pará! ¿no me vas a dar un beso?
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