hace una semana se metió en mi cabeza y en mi cuerpo. no me deja concentrar, intefiere en mis sueños, me hace cosquillas en el cuello hasta la tos. sin pedirme permiso, me ha quitado las ganas de salir y hasta de hablar. y aunque trate de engañarme con caramelos de miel, inevitablemente me despierto con su recuerdo en los huesos y su sabor en la boca.
cruelmente indeciso, eleva mi temperatura sin decidirse a tumbarme en la cama. como un amante desganado o asustadizo, merodea mi cuerpo sin declararse hace casi una semana.
tengo un resfrío histérico.

nunca nadie contó mis lunares. no es que sean tantos, pero tengo.
pequeñísimas constelaciones salpican mis brazos.
tengo lunar extrañamente invisible (pues es invisible sólo para mí) apenas debajo de donde brota mi cuello, a la derecha de la columna. algunas veces me parece distinguirlo en la ráfaga de un espejo delator. otras, acodada sobre la mesa, me descubro acariciándolo sin querer, adivinando su contorno liso y redondo con la punta de los dedos. como ese, que asumo rosado y tierno, tengo uno más, pero no te contaré donde está; lo reservo como un amuleto.
sin embargo, mi lunar preferido es más solar que lunar. oscuro, visible, está justo arriba de mi rodilla derecha. de adolescente solía tomarlo como parámetro para el largo de mis polleras. supongo que también ahora, sólo que antes quedaban por encima y ahora, por debajo. sin embargo, a veces, se asoma irreverente y yo lo dejo mirar el mundo y dejarse mirar por él.

nunca nadie contó mis lunares.
quizá ese es un motivo para estar triste.
pero no es un inventario para el que invitaría a cualquiera.

pasamos una noche maravillosa. con más o menos romanticismo, con más o menos pasión... la crónica de una muerte anunciada.
si tuvimos suerte hubo piel, química, rapport, conexión total, sincronía astral... sino, le damos el changüí igual, porque ya sabemos, la primera vez... puede fallar!!!
no me voy a detener en el “momento”, o quizá sí, pero no se los cuento... sobre el tema, mucho se ha dicho ya, ¡y cuánto mejor funciona la imaginación!
pasemos al post: cigarrillo, agua, aire... queremos todo eso junto, además, claro está, de elogios, mimos y besos.
que mal momento tener que levantarse... ¿por qué no existe un photoshop instantáneo?
¿y si esperamos a que se duerma? las chances no son pocas, pero los riesgos son muchos... este es el momento en que lamentamos no haber invertido en el velador con dimmer para... ya saben, esa perillita para graduar la luz... lo hecho, hecho está. hacemos de tripas corazón y nos levantamos con hidalguía, metiendo panza y deseando que esté mirando para otro lado. mucha atención en este momento: enredarse con el tendal de ropa que quedo desparramado por el piso puede ser una sentencia de muerte.
si fue en su casa, no sabemos si vamos a quedarnos a dormir y maldecimos por no haber cargado con el cepillo de dientes...tantas cosas inútiles en la cartera de la dama y nada para prevenir un hálito difícilmente perfumado a rosas... especialmente si estamos palpitando un despertar de esos... ya saben... esta toalla... huele un poco a perro? y bueno, con la humedad que hay en buenos aires... aparte, el pobrecillo (en el mejor de los casos) vive solo, no tiene a nadie que le lave la ropa... ¡auxilio! ¡alguien que me extirpe el instinto maternal de raíz en este instante!
¿y que dirán mañana en el laburo si aparezco con la misma ropa? ¿se darán cuenta? seguro que esa perra sí... ¡que horror! ¿y que dirá él, si nos ve con cara de recién levantada, con los restos de rimmel de la noche previa y sin ninguna de nuestras imprescindibles cremas?! ¡vade retro, satán!
si, es mejor en la nuestra, aunque tarde recordamos esconder la maquinita de afeitar que esta misma mañana (si fuimos precavidas o ilusas) nos transformó de primate en mujer. ni que hablar de la bombacha que quedó húmeda y triste colgando de la canilla de la ducha... y bueno, por lo menos está limpia.
y ahora? va a quedarse a dormir? le pregunto? si ya se está abrochando el cinturón, es demasiado tarde. le hago un lugarcito en la cama? ah, no, pará, querido: ese es mi lado!!!
y ojito... no me abraces mucho, que me da calor... ¡estás pegajoso! ¿pero cómo? ¿vas a mirar para el otro lado? entonces, para que te quedás? mmmm, si, así está mejor... un poco de abrazo está perfecto, pero después, hay que dormir.
que no ronque, que no ronque, que no ronque es nuestra plegaria antes de entregarnos a morfeo. y si el galán está empeñado en añadir banda de sonido a nuestro (intento de) sueño, ¡que desgracia! hay ciertas técnicas, como instarlo que duerma de costado, clavarle un codo en la espalda y, una que a mi me ha dado gran resultado, que consiste en taparle la nariz, aunque existe riesgo de sofocación. una clásica es despertarlo al grito de ¡pará de roncar!, aunque esta modalidad, si bien puede lograr resultados inmediatos, no es aconsejable si una intenta algo de largo plazo (digamos, tres encuentros más).
la mañana ha llegado al fin. ¿cuánto dormimos? qué importa, a esta altura... si los astros estuvieron a nuestro favor, nadie nos quita la cara de feliz cumpleaños.


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le conté que no estaba muy bien. que saber que a otros les pasaba lo mismo no me consolaba. que entendía que era un mal de estos tiempos, de la falta de compromiso y del malamor, del zapping afectivo y del calentamiento global, pero que conocer las causas no me hacía menos infeliz.
confesé que aún dormía ocupando una mitad de la cama y que más de una madrugada esperaba entre sueños un abrazo adormilado. que seguía preparando café como para dos y terminaba siempre tomando dos tazas.
admití que cancelé el contestador automático para no encontrarlo vacío; que dejé de llorar porque no tenía quien me corriera el pelo de la cara y me dijera que todo estaría bien.
le dije que no había perdido las esperanzas, aunque no recordaba donde las había dejado.
me sugirió que me comprara un perro. y no tuve más remedio que matarla.