así lo había pedido. arrasador, fogoso, decidido.
estaba cansada de los tibios, de los indecisos. de los que buscaban la comodidad de su compañía sin una miserable pizca de pasión. había tenido suficientes compañeros ausentes, entes solitarios que la abrazaban con la emoción de una ameba y así como un día estaban con ella, al otro desaparecían sin siquiera un rastro para añorar.
tampoco quería más de los oscilantes. terminaba mareada de hamacarse al son de vaivenes emocionales ajenos, que un día sí, que un día no... no era el tipo de incertidumbre que tenía ganas de soportar, obligada siempre a someter sus deseos a la danza de un caprichoso péndulo que no le pertenecía.
se descubrió sin más paciencia para medias tintas.
anheló fervientemente alguien que no la dejara ni a sol ni a sombra. que llenase sus días y sus noches.
que fuera su delicia y su martirio, que fuera su música constante. uno que no pudiera dejar de tocarla, que no quisiera, con quien no pudieran escapar al hechizo de las sábanas. uno que se adueñara de su cuerpo y de su alma; uno que la hiciera delirar.
su deseo fue escuchado, pero hubo un malentendido.
llegó de pronto, inesperadamente. fue inútil oponer alguna resistencia. tan pronto como apareció, ocupó su vida, sus sueños y hasta transformó completamente su rutina: la quería sólo para él. era ardiente, avasallante, irresistible.
y tal ella como había pedido, no la abandonó ni un segundo durante el tiempo que estuvieron juntos.

pero no le entendieron lo de "alguien".
le enviaron un resfrío que la dejó de cama.