Queridos todos y no tanto, pero igual:
Este jueves 17 a la medianoche, la gente de AmorOdio me ha invitado a hacer una "instalación poética" de pequeño jardín en su Ciclo Lunar. Así que ahí estaremos, mis poesías y yo, brotando entre las hojas verdes del patio de Levitar, Godoy Cruz 1715.
Nos vemos!
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Ciclo lunar + pequeño jardín
17-01 - medianoche
levitar. godoy cruz 1715, esq gorriti, palermo
entrada gratis

pequeniojardin.blogspot.com

myspace.com/ciclolunar

para pillow

el bondi que no viene y el reloj casi marca las 5 am.
ya ensayé todas las posiciones de espera: apoyada contra la pared, contra el poste de la parada, sentada en el cordón.
él también está esperando, y cada tanto cruzamos una mirada de esas de resignación conjunta, de saber que estamos en la misma y que seguramente vamos hacia el mismo lado.
inspira profundo y parece que va a decir algo, pero no. se guarda la palabra en el bolsillo, junto con el teléfono que mira por enésima vez. si, la hora avanza implacable y quién sabe cuando vendrá el colectivo.
por mi parte, no tengo interés en generar charla; infaltable el libro en mi cartera disipa el tedio de la madrugada. pero qué ganas de llegar.
el silencio de calle desierta completa la postal detenida. cuarenta minutos de tácito destino común y muda compañía.

-¿estás esperando el 42? ¿vas para caballito?
-sip.
-yo también, pero no viene más... ¿no querés compartir un taxi?
-dale.

para el taxi, subimos. la cercanía inevitable que genera el asiento trasero parece obligarlo a llenar el vacío. no hace falta, pero insiste mientras yo me pierdo en el paisaje citadino que se desliza por la ventana.
-¿cómo te llamás?
-p.
-¿que hacés?
-trabajo, escribo.
-ah, que bien.... ¿tenés novio?

lo miro a los ojos, seria. no es pregunta para hacerle a una dama, en estas condiciones, a estas horas y con esta irreverente impunidad.
-no.
-supongo que igual te divertirás...

entre sorprendida e incómoda, lo miro con extrañeza. me cuesta creer semejante atrevimiento, pero igual respondo:
-supongo...
súbitamente, un movimiento del auto me obliga a cambiar la pose. mientras vuelvo la vista hacia adentro, su cara casi pegada a la mía dispara:
-¿no tenés ganas de divertirte ahora?

sabía que el momento llegaría, era inevitable. y sin embargo, venía demorándolo.
sabía que un día tendría que abrir esa caja donde amorosamente guardamos nuestra historia, y ver lo que fuimos, lo que quisimos ser, lo que somos. y no es que me importe tanto. pero.

ya era tiempo de empezar a terminar. largar de una vez con la arqueología romántica. y al hacerlo, descubro una primorosa colección de momentos congelados: la carta aquella cuando, el papel del chocolatín que, las entradas al recital de, los pasajes de las vacaciones a, las fotos de... hasta un ramo de fresias, que un día fue fresco y fragante, y ahora es un manojo seco y descolorido, como un fantasma desdibujado del perfume que alguna vez nos inundó.
no tengo la tijera que separe cada objeto de su recuerdo, y aunque oponga la resistencia de un sobreviviente, reconstruyo cada escena, revivo cada instante. hundo el dedo hasta el fondo de la llaga, escarbo los restos fósiles del amor extinguido.

sabía que el momento llegaría, y sin embargo.
y no es que me importe tanto. creeme, ya es una historia cerrada. pero justamente, esto es como despegar la curita para ver la herida. aunque esté cicatrizada, el tirón duele lo mismo.