me cuesta conciliar el sueño cuando duermo con alguien a quien mucho no conozco.
paradójicamente, la mayoría de mis amantes, casi sin invitación explícita, han decidido quedarse a dormir. modestia aparte, no los culpo: mi casa es muy linda y, en general, soy muy buena anfitriona. por mi parte, no suelo oponer resistencia. me dejo llevar, aún a sabiendas de que Morfeo pareciera requerir la exclusividad de mi compañía para apersonarse.
ésta no fue la excepción. ni para su decisión de quedarse ni para mi insomnio previsible. con los ojos clavados en la negrura del techo, yo no dormía y pensaba en Tomás*.
Tomás decía que hacer el amor con alguien y dormir con alguien son dos pasiones no sólo distintas, sino casi contradictorias. Creía que el amor no se manifestaba en el deseo de acostarse con alguien sino el deseo de dormir junto a alguien; que podía tener múltiples amantes pero sólo dormir con la mujer que amaba.
y mientras yo pensaba en Tomás sin dormir, él, entre sueños, se dió vuelta y me abrazó. y casi sin darme cuenta, me quedé dormida.

*Personaje de La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.