pasamos una noche maravillosa. con más o menos romanticismo, con más o menos pasión... la crónica de una muerte anunciada.
si tuvimos suerte hubo piel, química, rapport, conexión total, sincronía astral... sino, le damos el changüí igual, porque ya sabemos, la primera vez... puede fallar!!!
no me voy a detener en el “momento”, o quizá sí, pero no se los cuento... sobre el tema, mucho se ha dicho ya, ¡y cuánto mejor funciona la imaginación!
pasemos al post: cigarrillo, agua, aire... queremos todo eso junto, además, claro está, de elogios, mimos y besos.
que mal momento tener que levantarse... ¿por qué no existe un photoshop instantáneo?
¿y si esperamos a que se duerma? las chances no son pocas, pero los riesgos son muchos... este es el momento en que lamentamos no haber invertido en el velador con dimmer para... ya saben, esa perillita para graduar la luz... lo hecho, hecho está. hacemos de tripas corazón y nos levantamos con hidalguía, metiendo panza y deseando que esté mirando para otro lado. mucha atención en este momento: enredarse con el tendal de ropa que quedo desparramado por el piso puede ser una sentencia de muerte.
si fue en su casa, no sabemos si vamos a quedarnos a dormir y maldecimos por no haber cargado con el cepillo de dientes...tantas cosas inútiles en la cartera de la dama y nada para prevenir un hálito difícilmente perfumado a rosas... especialmente si estamos palpitando un despertar de esos... ya saben... esta toalla... huele un poco a perro? y bueno, con la humedad que hay en buenos aires... aparte, el pobrecillo (en el mejor de los casos) vive solo, no tiene a nadie que le lave la ropa... ¡auxilio! ¡alguien que me extirpe el instinto maternal de raíz en este instante!
¿y que dirán mañana en el laburo si aparezco con la misma ropa? ¿se darán cuenta? seguro que esa perra sí... ¡que horror! ¿y que dirá él, si nos ve con cara de recién levantada, con los restos de rimmel de la noche previa y sin ninguna de nuestras imprescindibles cremas?! ¡vade retro, satán!
si, es mejor en la nuestra, aunque tarde recordamos esconder la maquinita de afeitar que esta misma mañana (si fuimos precavidas o ilusas) nos transformó de primate en mujer. ni que hablar de la bombacha que quedó húmeda y triste colgando de la canilla de la ducha... y bueno, por lo menos está limpia.
y ahora? va a quedarse a dormir? le pregunto? si ya se está abrochando el cinturón, es demasiado tarde. le hago un lugarcito en la cama? ah, no, pará, querido: ese es mi lado!!!
y ojito... no me abraces mucho, que me da calor... ¡estás pegajoso! ¿pero cómo? ¿vas a mirar para el otro lado? entonces, para que te quedás? mmmm, si, así está mejor... un poco de abrazo está perfecto, pero después, hay que dormir.
que no ronque, que no ronque, que no ronque es nuestra plegaria antes de entregarnos a morfeo. y si el galán está empeñado en añadir banda de sonido a nuestro (intento de) sueño, ¡que desgracia! hay ciertas técnicas, como instarlo que duerma de costado, clavarle un codo en la espalda y, una que a mi me ha dado gran resultado, que consiste en taparle la nariz, aunque existe riesgo de sofocación. una clásica es despertarlo al grito de ¡pará de roncar!, aunque esta modalidad, si bien puede lograr resultados inmediatos, no es aconsejable si una intenta algo de largo plazo (digamos, tres encuentros más).
la mañana ha llegado al fin. ¿cuánto dormimos? qué importa, a esta altura... si los astros estuvieron a nuestro favor, nadie nos quita la cara de feliz cumpleaños.


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